Alergias alimentarias en la Medicinapedia

Alergia a alimentos

Qué es la alergia a alimentos

La alergia a alimentos es una reacción de las defensas del cuerpo cuando comemos ese alimento, que puede darnos síntomas leves o graves que podrían incluso poner en peligro nuestra vida.

Es importante que la diferenciemos de la “intolerancia alimentaria”, porque la alergia alimentaria es mucho más peligrosa.

Como hemos visto en otra página de la Medicinapedia con la intolerancia a la lactosa, las personas intolerantes a un alimento no tienen riesgo de morirse cuando lo comen. Tendrán más o menos síntomas, y si aún no conocen el alimento al que son intolerantes podrán incluso estar malnutridos, pero su vida no corre peligro. Como veremos un poco más abajo, las personas con alergia a alimentos sí que pueden morirse como resultado de su alergia.

Veamos qué alimentos producen alergia con más frecuencia…

Alimentos que más frecuentemente producen alergia

Se han documentado más de 170 alimentos diferentes como posibles causas de alergia.

En los niños las alergias alimentarias más frecuentes son

En los adultos las alergias a alimentos que más frecuentemente se diagnostica son

  • al marisco
  • y a los frutos secos (nueces, avellanas, cacahuetes…).

En ambos casos, niños y adultos, también son frecuentes las alergias a las legumbres.

Como puede ver, son alimentos proteicos ya que los macronutrientes que más frecuentemente desencadenan la aparición de una alergia alimentaria son las proteínas que contienen esos alimentos.

¿Por qué unas personas tienen alergia a algún alimento y otras no? Veamos las causas…

Causas de que seamos alérgicos a alimentos

No todas las personas tienen alergia a alimentos. Lo que quiere decir que hay algo que condiciona la aparición de estas enfermedades.

Las dos maneras más frecuentes de que padezcamos una alergia a alimentos son:

  1. Que heredemos la predisposición alérgica y atópica de nuestros familiares.
  2. Que cuando somos niños empecemos demasiado pronto a comer el tipo de alimentos al cual nos haremos alérgicos.

Vamos a verlas más en detalle…

Herencia de la alergia a alimentos

No heredamos específicamente la alergia al alimento “X”, sino que heredamos una predisposición familiar a que nuestras defensas reaccionen de forma excesiva cuando detectan la entrada el en cuerpo de partes de alimentos.

Suelen ser familias com muchas alergias y muy variadas, con procesos atópicos como la dermatitis, con mucha frecuencia de asma… Las personas con esta carga genética tienen muchas papeletas para padecer alguna alergia de tipo alimentario, así que han de estar especialmente alerta.

Introducción demasiado temprano de alimentos

Sin tener la predisposición genética a tener una alergia a alimentos hay otro motivo por el cual podemos llegar a ser alérgicos a él. Que nos lo den demasiado pronto cuando somos bebés.

La alimentación complementaria (llamada beikost), es decir, los alimentos distintos a la leche que se le van dando paulatinamente al bebé durante su primer año de vida, hay que introducirla con cuidado y sin prisa.

El intestino del bebé es muy inmaduro, y deja pasar demasiadas cosas de las que come. Y sus defensas también están creciendo y aprendiendo, con lo que no discriminan bien todo lo que absorbe el intestino. Por eso si nos precipitamos a darles algún tipo de alimento, sobre todo los que llevan muchas proteínas, por ejemplo el huevo, podemos condicionar la aparición de alergia a ese alimento.

Así que mucho cuidado los padres en el primer año de vida del bebé. Hagan caso al pediatra. Porque la mayor parte de las alergias alimentarias suelen ocurrir durante los dos primeros años de vida.

Ya sabemos qué alimentos suelen producir alergia y cuáles son las dos causas principales. Veamos ahora cuál es el mecanismo por el que se producen las alergias alimentarias…

Mecanismo de producción de una alergia a alimentos

Vamos a ver qué pasa dentro del cuerpo de la persona que es alérgica a uno o a varios alimentos. El mecanismo es el mismo.

Diferenciaremos dos momentos en el tiempo:

  1. El primer contacto con el alimento al que vamos a desarrollar alergia
  2. Los siguientes contactos con dicho alimento, una vez que ya somos alérgicos a él.

Empecemos con nuestra primera exposición al alimento…

Primer contacto con el alimento

El intestino delgado es un tubo hueco con las paredes plegadas que se encarga de absorber los nutrientes que contienen los alimentos. En la persona adulta la superficie de absorción es de unos 400 metros cuadrados. Para que se haga una idea, es un cuadrado de 20 metros de largo en cada lado, todo él para absorber nutrientes.

Es la puerta de entrada al cuerpo, y por eso ha de estar muy vigilada. De la labor de aduanas se encargan las células de las defensas, que discriminan entre lo que es bueno que entre (los nutrientes que necesitamos para vivir y funcionar) y lo que es malo y no debería entrar.

Cuando entra por la pared intestinal, por ejemplo, un trozo de huevo (es decir, alguna proteína procedente del huevo), los macrófagos, que son los encargados de revisar los pasaportes de todos los nutrientes que pretenden pasar a la sangre, notan que esa proteína que quiere entrar no está autorizada. Es extraña al cuerpo.

Como en todas las aduanas, el macrófago recoge la proteína de ese huevo y en vez de dejar que entre en la sangre, la conduce a otra célula, el linfocito T, que la “ficha” como elemento no deseado.

Ese linfocito T se lo dice al linfocito B, que se transforma en una célula plasmática y empieza a producir centinelas especializados en el reconocimiento de esa proteína del huevo (recuerde, este es un ejemplo; es extrapolable a otros alimentos y sus componentes): las inmunoglobulinas de tipo E. Estos centinelas se reparten por la sangre y se establecen en las puertas de entrada del intestino para estar vigilantes ante nuevas intrusiones del alimento no deseado.

En este primer contacto la persona no se da cuenta de nada. No va a tener ningún síntoma ni va a notar ninguna molestia. Todo ha pasado en su interior. Si se hiciera una analítica de sangre y midiera los niveles de inmunoglobulina E sí que vería que están elevados. Pero no tiene ningún motivo para hacer esa analítica, así que no se enterará de nada. Aún.

El problema vendrá en los siguientes contactos con el alimento “fichado”…

Siguientes contactos con el alimento

La persona ya ha tenido un primer contacto en el que ese trozo del alimento (estábamos con el ejemplo de una proteína del huevo, pero puede ser de cualquier otro) ya tiene su intestino alerta con las inmunoglobulinas E que patrullan desde la sangre para reaccionar cuando vuelvan a ver al elemento indeseable.

Si volvemos a comer el mismo alimento, nada más entrar, caerán sobre él las inmunoglobulinas E, que lo rodearán y le harán prisionero.

Llevarán al prisionero hacia otra célula, el mastocito, que es la que reaccionará desencadenando el zafarrancho de combate al verter a la sangre su contenido: la histamina. Esa histamina es el principal mediador de la inflamación general que se desencadenará después, y que, ahora sí, empezará a producir síntomas de los que vamos a ser conscientes.

¿Cuáles serán estos síntomas? Ahora mismo vamos a ellos…

Síntomas de la alergia a alimentos

Recapitulemos:

  • En el primer contacto con el alimento al que somos alérgicos no nos hemos dado cuenta de nada. Sólo nos han subido las inmunoglobulinas E en la sangre.
  • En el segundo contacto ya se ha declarado la guerra a ese alimento, con la liberación de histamina y demás mediadores de la inflamación.

Esta inflamación es la que nosotros vamos a notar. Veamos cuáles son los primeros síntomas que aparecerán, y cuándo…

Nada más comer el alimento

Entre pocos minutos y dos horas después de comer el alimento al que ya estamos sensibilizados vamos a tener síntomas de inflamación que aparecerán en las zonas más “blandas” del cuerpo, en las que sus cambios inflamatorios son más visibles:

  • Se nos hincharán los labios y el contorno de los ojos
  • Empezarán a salirnos habones en la piel, que son como vejigas de líquido rodeadas de un halo rojo.
  • Si la inflamación progresa empezaremos a respirar mal, porque se nos estarán cerrando los tubos por los que el aire llega al pulmón (los bronquios) y se estará empezando a hinchar la laringe (la zona donde están nuestras cuerdas vocales).
  • El corazón empezará a funcionar peor, porque los vasos sanguíneos se han dilatado, se han hecho muy grandes, y secuestran mucha de la sangre del cuerpo, con lo que no llega al corazón para que éste la mueva.

Si no ponemos medidas entraremos en shock anafiláctico, que es una situación muy peligrosa, porque puede incluso producirnos la muerte.

Estos síntomas son producidos por la activación de los mastocitos debida a esas inmunoglobulinas que creamos en el primer contacto con el alimento.

Pero puede haber otro tipo de síntomas que no están mediados por estas inmunoglobulinas. No son tan precoces como los que le acabo de comentar. ¡Vamos a verlos!…

En las 48 horas siguientes a comer el alimento

Si la reacción mediada por las inmunoglobulinas E no es muy intensa ni progresa hacia el shock, puede que con un poco de picor de habones y una leve hinchazón de alguna parte del cuerpo solucionemos el episodio agudo.

Pero hay otro tipo de síntomas derivados del contacto con el alimento al que somos alérgicos que no aparecen hasta pasadas cuatro horas de haberlo comido y que pueden durarnos hasta dos días.

Podemos tener diarrea con dolores cólicos de barriga, puede aparecer sangre en nuestras deposiciones y podemos perder apetito y peso.

Estos síntomas son debidos a la inflamación local del intestino delgado. Es semejante a la de la intolerancia alimentaria, porque las vellosidades intestinales se aplastan, los alimentos no se dividen en sus nutrientes ni se absorben, arrastrando agua con ellos, y las paredes del intestino se hinchan, y sus vasos sanguíneos se dilatan, pudiendo romperse alguna y sangrar.

No son síntomas graves y estos no ponen en peligro la vida. Son muy molestos, pero nada más.

Así que, con tanto síntoma, alguno de ellos peligroso, merece la pena saber si somos alérgicos a algún alimento.

¿Cómo podemos diagnosticar una alergia a alimentos? Se lo cuento a continuación…

Diagnóstico de la alergia a alimentos

Para diagnosticar una alergia alimentaria hay que sospecharla. Y eso lo hacemos cuando hemos tenido algún susto después de comer un alimento, o sabemos que nuestra familia es muy atópica y hay muchos alérgicos.

Podemos diagnosticar una alergia alimentaria por tres pruebas. Dos de ellas son indirectas (la medición de la cantidad de inmunoglobulinas E en sangre que están dirigidas contra ese alimento -su proteína- concreto, y las pruebas en la piel) y una es directa (dar el alimento y ver si nos produce reacción).

Vamos a ver la primera de las indirectas: la medición de los niveles de inmunoglobulina E en la sangre…

Niveles de IgE en sangre

En las analíticas rutinarias de sangre no se suelen pedir los niveles de inmunoglobulinas E. Ni siquiera se pide un proteinograma, con el que podríamos ver que hay un aumento en una zona de la curva que mide los niveles de proteínas, sospechando que alguna inmunoglobulina E está aumentada.

Cuando sospechamos una alergia a un alimento y analizamos los niveles de inmunoglobulinas E producidas frente a las proteínas de este alimento podemos ver que salen muy elevados. ¿Quiere esto decir que ya somos alérgicos a ese alimento? No.

No nos da el diagnóstico de confirmación, porque las inmunoglobulinas que nosotros medimos no son completamente específicas. Es decir, no solo atacan a ese componente del alimento concreto. Puede que se hayan creado para atacar al componente de otro alimento que es muy parecido.

Por eso el valor de estas inmunoglobulinas E no es de confirmación diagnóstica cuando están presentes en la sangre (a eso se le llama el valor predictivo positivo), sino que es la ausencia de confirmación cuando no las vemos elevadas en sangre (el valor predictivo negativo).

En otras palabras:

  • Si usted sospecha que tiene alergia a, por ejemplo, las proteínas del huevo, y sus inmunoglobulinas E anti-huevo salen elevadas, tiene muchos boletos para ser alérgico al huevo, pero no está confirmado aún.
  • Si usted sospecha que tiene alergia a esas proteínas del huevo y sus inmunoglobulinas E anti-huevo salen bajas, tiene muchos boletos de, en este momento, NO ser alérgico al huevo, pero no por ello se va a dar un atracón de tortilla.

La otra prueba diagnóstica indirecta es usar la piel como campo de experimentación. ¡Vamos a ver qué pruebas son estas!…

Pruebas en la piel

Sospechamos una alergia a alimentos. Eso quiere decir que nuestro intestino es la puerta de entrada que reconoce un alimento como extraño y desencadena los síntomas que hemos visto.

Nosotros podemos diagnosticar indirectamente una alergia alimentaria usando una puerta de entrada distinta al intestino, pero más accesible. Podemos usar la piel.

Escogeremos una superficie sin pelo y con la piel fina (el antebrazo o la espalda) y depositaremos sobre ella los trozos de alimento a los que sospechamos que somos alérgicos. Con una lanceta (un instrumento para romper la piel y que lo que hay sobre ella entre en el cuerpo) pinchamos encima de las gotas que contienen dichos alimentos, y esperamos a que se desencadene la inflamación, que en la piel veremos en forma de enrojecimiento y de aparición de habones.

Lo que depositamos en la piel puede ser de dos tipos:

  1. Pueden ser trozos de alimentos preparados químicamente. Son las pruebas “prick”.
  2. Pueden ser los propios alimentos naturales diluidos en suero. Son las pruebas “prick-prick”.

En ambos casos estamos como en la prueba de ver niveles de inmunoglobulinas E. Si nos salen habones tenemos una sospecha enorme de ser alérgicos a ese alimento, pero como no estamos usando la puerta de entrada correcta puede que saliéndonos un jabón no seamos alérgicos. Puede que nos haya salido porque el líquido que hemos pinchado con la lanceta nos haya producido reacción porque se parece mucho a otra sustancia a la que sí somos alérgicos.

Tenemos que usar una prueba definitiva, una prueba que confirme el diagnóstico. ¿Cuál es? Se lo cuento ahora mismo…

Prueba de provocación (en hospital)

La prueba más precisa, la más fiable… ¡y también la más peligrosa! es la prueba de provocación, dando a comer a la persona el alimento al que sospechamos que es alérgica.

Esta prueba es peligrosa, porque podemos causarle un shock anafiláctico. Por eso no se puede hacer en casa. Hay que hacerla en el hospital, donde tienen las medicaciones y la atención especializada que revertirá ese shock en caso de producirse.

En la prueba de provocación usamos el alimento al que sospechamos que somos alérgicos, lo metemos por su puerta de entrada correcta y en su forma natural. Si esta prueba de provocación nos causa los síntomas que ya conocemos, el diagnóstico de alergia al alimento “X” estará confirmado.

Recuerde: ¡no se le ocurra probar usted solo en casa! Puede ser muy peligroso. Esta prueba de provocación sólo se puede hacer en un hospital.

Tratamiento de la alergia a alimentos

Ya sabemos que somos alérgicos a un alimento determinado. ¿Y ahora qué?

Diferenciaremos dos aspectos del manejo de las alergias alimentarias:

  1. Lo principal, evitar el alimento al que somos alérgicos.
  2. Saber reaccionar ante la aparición de los síntomas de la alergia alimentaria, por si comemos inadvertidamente un trozo de ese alimento al que somos alérgicos.

Y veremos si, como en el caso de algunos alimentos, podemos curarnos de la alergia a un alimento y volver a comerlo sin miedo.

Empecemos por lo principal: evitar el alimento en cuestión…

Evitar el alimento al que somos alérgicos

Lo principal, lo vital, es que evitemos los alimentos a los que somos alérgicos.

Esto puede parecer una obviedad, pero no lo es. Porque no es tan fácil.

Por ejemplo: somos alérgicos al huevo y pensamos que con no comer huevos fritos ni tortillas ya está todo solucionado. Pues no es así.

Es muy fácil evitar los huevos duros, los huevos fritos y las tortillas porque se ven a simple vista en el plato, pero hay muchos productos precocinados que llevan cantidades pequeñas de huevo como ingrediente, o platos preparados en sitios distintos a nuestra cocina que, sin pretenderlo, pueden llevar pequeñas cantidades de huevo en ellos.

Por eso estaremos condenados a leer las etiquetas de todos los productos que compremos para comer. Para evitar problemas. Y para evitar pasarnos de evitar todos los alimentos sin ton ni son, con lo que podríamos acabar malnutridos.

Para la persona con alguna alergia a alimentos salir a comer fuera de casa no es tan fácil. Porque en las cocinas de los restaurantes se puede producir la contaminación de un alimento con trozos muy pequeños de otro. En el caso del huevo, si nos aparece en nuestro plato porque llegó a él un residuo en el recipiente en el que se cocinó o en los instrumentos de cocinar, nos puede dar problemas serios.

Por eso hay que ser muy cuidadosos en lo que comemos. Y hay que saber reaccionar ante la aparición de síntomas de nuestra alergia aunque no sospechásemos que pudiera desencadenarse.

Vamos a ello…

Saber reaccionar ante los síntomas de la alergia a alimentos

Cuando aún no sabemos que somos alérgicos a un alimento concreto o cuando lo hemos comido inadvertidamente en un producto precocinado o por contaminación de instrumental de cocina, pueden empezar a aparecernos los síntomas que ya conocemos.

¿Qué podemos hacer?

Porque cuando los síntomas ya han aparecido es que el alimento ya está en nuestro intestino, y de allí no le puede sacar nadie. No es como en las intoxicaciones en las que el tóxico está en el estómago y podemos sacarlo de allí forzando el vómito. En la alergia alimentaria ya tendremos que ir a contrarrestar los síntomas y prevenir la aparición del más temible: el shock anafiláctico.

A nivel de la persona normal que está en su casa o en un restaurante, es decir, que no está en el hospital, sólo hay una cosa que se puede hacer: tener cerca un dispositivo autoinfusor de adrenalina.

Son jeringas precargadas que pueden usar incluso los niños porque su funcionamiento es muy simple: se quita una parte de ellas y se clava en la pierna, con la ropa puesta, para que la adrenalina que contienen evite la aparición del shock anafiláctico. Así podemos seguir respirando sin asfixiarnos (la adrenalina “abre” los bronquios y deshincha la laringe) y nuestro corazón seguirá funcionando adecuadamente.

Pero no se confíe. No vale simplemente con autoadministrarse la adrenalina.

Una vez que lo haya hecho, corra hacia el hospital. Porque la adrenalina no dura eternamente, y los síntomas pueden volver a aparecer. Por eso en el hospital le vigilarán, le administrarán corticoides y antihistamínicos, y si es necesario le volverán a administrar adrenalina hasta que los síntomas remitan.

Ya ve. Las alergias alimentarias son una auténtica lata.

Pero no se desespere. Porque hay motivos para la esperanza. Concretamente dos:

  1. Según el niño va creciendo, su sistema inmune va madurando y muchas de las alergias de la niñez irán desapareciendo solas.
  2. Hay alergias que aunque se mantienen hasta la edad adulta, pueden ser revertidas por medio de procedimientos médicos.

Vamos a ver qué es esto último de eliminar una alergia alimentaria…

Ver si podemos eliminar nuestra alergia alimentaria

A veces podemos tratar de desensibilizarnos ante el alimento al que somos alérgicos, para poder comerlo sin riesgo de que nos dé una reacción que pueda poner en peligro nuestra vida.

Pero tenga la precaución que comentábamos antes con el diagnóstico de la alergia a alimentos con la prueba de provocación comiendo el alimento: esta desensibilización hay que hacerla bajo un control médico estricto, muchas veces en el hospital.

Se trata de, progresivamente, ir comiendo trozos cada vez mayores del alimento, para que nuestras células de las defensas se “acostumbren” a su presencia y no reaccionen en cuanto lo ven.

La persona desensibilizada tendrá que seguir comiendo frecuentemente el alimento al que era alérgica, porque si lo deja un tiempo pueden sus células de las defensas olvidarse de que esas proteínas de ese alimento son “normales” y volver a identificarlas como extrañas al cuerpo, desencadenando de nuevo los síntomas cuando volvemos a comer el alimento.

De todos modos no se preocupe. Si su médico le hace una terapia de desensibilización ya se ocupará de darle instrucciones de cómo, cuánto y cuándo ha de comer el alimento concreto.

Resumiendo

Para resumir lo que hemos visto acerca de la alergia a alimentos:

  • Son reacciones inmunes frente a los alimentos.
  • Son distintas de las intolerancias alimentarias.
  • El mecanismo se base en las inmunoglobulinas de tipo E.
  • Produce síntomas locales y generales.
  • El mayor peligro es el shock anafiláctico.
  • El diagnóstico indirecto se hace midiendo los niveles de inmunoglobulina E en la sangre o con las pruebas cutáneas (prick y prick-prick).
  • El diagnóstico de certeza es por medio de pruebas de provocación.
  • El tratamiento se basa en evitar los alimentos que producen la alergia.
  • Se puede, en algunos alimentos, hacer una desensibilización gradual para poder comer el alimento al que somos alérgicos.

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