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Enfermedad celiaca

Cuando estamos hablando de la enfermedad celiaca mucha gente piensa que se localiza en el intestino grueso. Pues no. Su campo de batalla está en el intestino delgado, un tubo de unos 6 metros de longitud que utilizamos para absorber los nutrientes que están en los alimentos que comemos.

Por eso ya podemos avanzar que una de las consecuencias principales de la enfermedad celiaca es la alteración de la absorción de los nutrientes de los alimentos.

Seguro que se va haciendo una idea al ver este vídeo:

Pero ¿qué es realmente la enfermedad celiaca? ¡Vamos a verlo!…

¿Qué es la enfermedad celiaca?

La enfermedad celiaca es una enfermedad del intestino delgado desencadenada por la intolerancia que algunas personas presentan hacia la gliadina, que es una proteína que está en el gluten de muchos cereales.

Ya vemos que es una intolerancia alimentaria, semejante a otras intolerancias, como la intolerancia a la lactosa. No es una alergia alimentaria, con el peligro que éstas alergias pueden conllevan para la salud en forma de shock anafiláctico, así que no la confundamos.

Que no sea una alergia alimentaria no quiere decir que sea una enfermedad leve. La enfermedad celiaca, si no se conoce su existencia o se maneja inadecuadamente, hará disminuir mucho la calidad de vida de la persona que la padece.

Esta enfermedad ¿es muy frecuente? Y si una persona la padece ¿sus descendientes la pueden heredar? ¡Respondamos a estas interesantes dudas!…

Frecuencia y herencia de la enfermedad celiaca

La enfermedad celiaca no es frecuente, pero tampoco es una enfermedad rara. Su prevalencia -o lo que es lo mismo, el número de enfermos que hay en un momento puntual- está entre 1 persona de cada 100 y 1 persona de cada 300.

Es importante conocer que las personas celiacas tienen mayor riesgo de que su descendencia padezca también la enfermedad, ya que hay una base genética en su aparición. En concreto, los hijos de padres celiacos tienen un 10% de riesgo de padecer la enfermedad. Y entre hermanos gemelos, si uno de ellos tiene enfermedad celiaca, el otro tiene una probabilidad muy alta, de entre el 80% y el 90%, de padecerla.

Así que no estamos hablando de una enfermedad que solo padecen unas pocas personas en el mundo. Esta intolerancia a la gliadina contenida en el gluten de algunos cereales por desgracia es bastante frecuente.

Seguro que se estará preguntando: ¿Cuáles son los cereales que portan esta gliadina en el gluten que contienen? ¡Vamos a verlos!…

Enfermedad celiaca y cereales con gluten y sin él

El trigo, la cebada, el centeno y -aunque está en debate- la avena son los cereales que tienen gluten, ese contenedor de la proteína problemática, la gliadina, que tantas molestias produce en la enfermedad celiaca.

Y el problema no son estos cereales en sí. Porque no solo el pan está hecho preferentemente de trigo. ¿Qué alimentos, sobre todo los preparados como la repostería, los precocinados, etc. no llevan harina de trigo en su composición? Ahí está el peligro para las personas con enfermedad celiaca: ingerir de forma inadvertida alimentos que en su preparación hayan necesitado cereales con gluten. O incluso alimentos “seguros” que se han contaminado con gliadina al ser cocinados con instrumentos utilizados para cocinar comida que contiene algún cereal portador del gluten.

La buena noticia es que no todos los cereales contienen gluten.

El arroz y el maíz son los cereales sin gluten, y por lo tanto las personas con enfermedad celiaca pueden comerlos sin problema de que les vaya a producir alteraciones. Lo cual es un alivio, porque así como el trigo es muy utilizado, también lo son el maíz y el arroz.

Cuando las personas con enfermedad celiaca comen algún cereal con gliadina, en su intestino delgado se desencadenarán una serie de fenómenos que merece la pena conocer. ¡Vamos a verlos!…

¿Qué ocurre en el intestino delgado de la persona con enfermedad celiaca?

Cuando la gliadina contenida en el gluten llega al intestino delgado suenan todas las alarmas. Los vigilantes que en el intestino delgado están atentos a que absorbamos las sustancias que nos benefician y no dejemos pasar a la sangre las sustancias perjudiciales, erróneamente interpretan que la gliadina es una sustancia peligrosa y por lo tanto han de defenderse contra ella.

Desencadenarán una inflamación de la pared del intestino delgado, para preparar la defensa contra ese invasor no deseado que es la gliadina. La inflamación hace que a la pared intestinal acudan células variadas, que se vierta agua en ella procedente de la sangre y que a resultas de estos fenómenos aumente de grosor.

Si esta inflamación fuese puntual y durase poco tiempo no habría ningún problema. Alguna molestia leve durante unas horas y nada más.

Pero una pared del intestino delgado inflamada crónicamente, durante mucho tiempo, sí supone un problema importante para la absorción de los nutrientes de los alimentos. ¿Por qué? Porque la estructura de esta pared, especializada en dicha absorción, se altera al mantenerse inflamada.

La pared normal del intestino delgado tiene un sistema muy ocurrente para aumentar la superficie por la que puede absorber los nutrientes de los alimentos sin necesitar que nuestro intestino tenga 100 metros de longitud: su piel interna -su mucosa- se dobla mucho sobre si misma, como un abanico, generando pliegues intestinales que a su vez tienen una superficie de forma arborizada y no lisa, con lo cual la pared intestinal desde su interior parece una cordillera llena de montañas que a su vez tienen muchas estructuras semejantes a árboles en ellas.

Todas estas formas irregulares tan funcionales se empiezan a perder, empiezan a aplanarse, con la entrada de la gliadina en el intestino delgado de la persona con enfermedad celiaca y la consiguiente inflamación y engrosamiento de la pared intestinal que tiene lugar.

Una pared más gruesa y con menos pliegues, con menos irregularidades y por lo tanto con menor superficie, será una pared intestinal que absorba mucha menos cantidad de nutrientes, aunque la persona con enfermedad celiaca no cambie su forma de alimentarse.

Y todo esto que está pasando en su interior, en su pared intestinal, ¿cómo lo nota la persona con enfermedad celiaca? ¡Vamos a verlo!…

Los síntomas de la enfermedad celiaca

a) Malabsorción y desnutrición.

Ya hemos visto que la pared intestinal inflamada de la persona con enfermedad celiaca no absorbe todos los nutrientes procedentes de los alimentos que debería absorber. Por lo tanto éstos se quedarán en la luz del intestino, y viajarán por ella camino del intestino grueso para expulsarse con las heces.

Como esto puede estar pasando durante meses (o años) sin que a la persona le diagnostiquen de enfermedad celiaca, ya tenemos el primer síntoma: la desnutrición, porque aunque comamos lo mismo, lo defecaremos en vez de absorberlo a la sangre y utilizarlo como combustible o para formar y conservar la estructura del cuerpo.

En adultos esta malabsorción se puede revelar en forma de cansancio, pérdida de peso, tardanza en cicatrizar las heridas

En niños es más grave, porque esta malabsorción puede originar que crezcan poco y que estén muy delgados, sobre todo en brazos y piernas, porque la barriga la suelen tener hinchada.

b) Diarrea

Esta desnutrición necesita mucho tiempo para establecerse. Pero otros síntomas de la enfermedad celiaca aparecen de forma aguda, de forma inmediata cada vez que comemos un alimento con gliadina, porque dentro del intestino delgado habrá muchas sustancias no absorbidas viajando hacia el intestino grueso. Esas sustancias querrán que el agua las acompañe en su viaje, con lo que “robarán” ese agua del interior del cuerpo, apareciendo las diarreas explosivas, los episodios de emisión excesiva de heces acuosas que crean la urgencia de acudir corriendo al WC.

Incluso estas diarreas no serán siempre iguales. Dependiendo de lo que haya comido la persona con enfermedad celiaca, sus heces tendrán una consistencia u otra:

  • Por ejemplo, después de una comida con muchas grasas las heces diarreicas de la persona celiaca tienden a flotar.
  • O si la comida ha sido muy rica en proteínas esas heces serán más oscuras y malolientes.
  • O si los alimentos han tenido sobre todo hidratos de carbono, a esa diarrea de color más claro le pueden acompañar múltiples ventosidades fruto de la fermentación de esos hidratos de carbono no absorbidos por parte de las bacterias del intestino grueso.

c) Dolor de barriga

Añadido a esta urgencia por ir a defecar y a la irregularidad de la calidad de las heces están los dolores cólicos abdominales que suelen suceder en poco tiempo a la ingesta de alguna comida con la gliadina contenida en el gluten. Ese dolor de barriga, sobre todo en niños, hará que vayan comiendo cada vez menos para evitarlo.

d) Vómitos

Pero los síntomas no se quedan en estos dolores de barriga, en la diarrea, en las alteraciones de la defecación y en la desnutrición que hemos visto. Hay más. Hay otro síntoma que mucha gente no interpreta como resultado de la enfermedad celiaca.

Como la pared del intestino delgado está engrosada, el tránsito por él es más difícil, sobre todo en su inicio, el tramo del duodeno, que recibe los contenidos que el estómago ha digerido y batido con sus movimientos. Estos contenidos estomacales puede que tengan dificultad para acceder al duodeno porque éste tiene su interior casi cerrado. Por eso dichos contenidos pueden rebotar, y entonces buscarán salida por otra vía, a través del esófago, llegando a la boca y produciendo el vómito nada más comer.

Ya ve que la enfermedad celiaca tiene muchos síntomas y muy llamativos. ¿Es por tanto fácil de diagnosticar? ¿Qué hay que hacer para llegar al diagnóstico? Siga leyendo…

¿Cómo se diagnostica la enfermedad celiaca?

Lo primero es sospechar su existencia. En niños que comen mal, que no crecen a su ritmo normal y que no engordan, si además se quejan mucho de que les duele la barriga después de algunas comidas, es posible que la causa de todo esto sea una enfermedad celiaca. Su pediatra la sospechará si le cuentan estos síntomas.

Los adultos con los síntomas que hemos descrito suelen empezar por su cuenta a hacer pruebas con distintos alimentos para, por medio del ensayo-error, descubrir qué les está haciendo daño, lo cual es un error, porque les conduce a dietas desequilibradas.

Pero hay pruebas más objetivas para confirmar nuestras sospechas de estar padeciendo una enfermedad celiaca: la analítica de sangre y la biopsia intestinal.

a) Analítica de sangre

Se puede hacer una analítica de sangre para ver si tenemos demasiados anticuerpos anti-gliadina en ella, lo que es signo de que somos intolerantes a esta proteína y padecemos una enfermedad celiaca. Estos anticuerpos elevados son el fruto de la reacción de nuestras defensas intestinales que erróneamente creen que la gliadina del gluten es un elemento dañino para nuestra salud.

b) Biopsia intestinal

Y se puede coger un trozo de la pared interior del intestino delgado para verla al microscopio y comprobar que sus vellosidades están aplanadas y que está engrosada e inflamada, con lo que también veremos que la persona padece una enfermedad celiaca. El medio para coger esta biopsia es la gastroscopia, ya que tenemos que llegar, pasando el estómago, a la primera parte del intestino delgado, el duodeno, y coger de allí ese trozo de mucosa.

Sabiendo ya que una persona es celiaca, ¿cómo podemos tratar esta enfermedad? ¿Se puede curar de ella? ¡Respondamos a todas estas cuestiones!…

¿Como se hace el tratamiento de la enfermedad celiaca?

Dejemos claro algo muy importante: todavía no se puede curar la enfermedad celiaca. La persona que es intolerante a la gliadina y que cuando come cereales con gluten padece todos estos síntomas que hemos comentado, estará enferma toda su vida.

Lo que nos conduce a otro aspecto muy importante: se puede padecer una enfermedad celiaca y no sufrir ningún síntoma. ¿Cómo se consigue esto?

Con lo único que hemos de hacer para manejar la enfermedad: evitar la gliadina en nuestra dieta.

Esto puede parecer muy sencillo: evitemos los cereales problemáticos (el trigo, la cebada, el centeno y muy probablemente también la avena) y ¡todo solucionado! No inmediatamente, porque necesitaremos entre 3 y 6 meses para que el intestino delgado vuelva a su estado normal tras dejar de exponerse a la gliadina, pero gradualmente iremos mejorando día a día.

Este tratamiento de evitar la exposición al gluten y a su gliadina no es tan sencillo por lo que comentábamos más arriba. No sólo vale con evitar el pan. Múltiples alimentos tienen espesantes, conservantes, almidones, féculas, etc. que se hacen con harinas de trigo, de cebada o de centeno, y estas harinas -que a veces no constan en el etiquetado de los alimentos- son las que nos provocarán los síntomas de la enfermedad celiaca.

Para evitar completamente la exposición a la gliadina hay que ser muy cuidadoso con lo que comemos. Porque la cantidad de gluten que ha de comer una persona celiaca para tener síntomas es muy pequeña: es de solo 10 miligramos. ¡Diez miligramos! ¡La centésima parte de un gramo! Algo insignificante, pero que nos puede producir muchas molestias. Y que a veces simplemente es resultado de la contaminación producida por los instrumentos de cocina, al compartirlos para alimentos con gluten y alimentos sin gluten.

Por eso han florecido los alimentos para celiacos y cada vez más restaurantes tienen menús especiales para celiacos. Lo cual está muy bien, pero nos lleva al aspecto final: a la reciente moda por ser celiaco porque lo son -o dicen serlo- personas famosas.

No banalicen la enfermedad celiaca. Es algo muy serio. Si tienen sospechas de poder padecerla, acudan a su médico que hará lo necesario para confirmar -o descartar- el diagnóstico. No se auto-etiqueten de “celiacos” sin serlo. Puede que empiecen a alimentarse de forma inadecuada y que, sin padecer una enfermedad, acaben por provocársela con su malnutrición.

Resumiendo…

Resumamos las ideas más importantes respecto a la enfermedad celiaca:

  • La enfermedad celiaca es una alteración del intestino delgado.
  • Se produce por una proteína, la gliadina que está en el gluten de algunos cereales.
  • Trigo, cebada, centeno y posiblemente avena tienen gluten. Arroz y maíz, no.
  • Se inflama el intestino y pueden producirse síntomas de malabsorción, diarrea, dolor de barrigavómitos y desnutrición.
  • Hay que diagnosticarla bien: síntomas, analítica y biopsia.
  • El único tratamiento es evitar los alimentos con gluten.

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